
16 Jun Seamos fríos, las casas se compran con el corazón.
La compra de tu vivienda es probablemente la más importante de tu vida. Y puede determinar de forma radical tu futuro bienestar y el de tu familia.
Defines tu zona o zonas posibles, el tipo (piso en urbanización, chalet, piso en el centro…), metros que quieres, lo que puedes invertir inicialmente, lo que puedes pagar al mes, etc, y tienes en cuenta preferencias y posibilidades. Y luego te lanzas a la aventura o de la mano de un buen agente inmobiliario (en cuyo caso es menos aventura).
Puedes ver tres, cinco, diez pisos, y te puedo asegurar, sin haberlos visto yo, que de todos ellos te puedo hacer una lista de no menos de una docena de desventajas y una docena de ventajas. A mi juicio, después de haber escuchado todo tipo de valoraciones muy juiciosas y acertadas, todas válidas, en mi opinión, la cara de los compradores suele decirlo todo en menos de 10 minutos, y esa cara no es fruto de una reflexión fría y calculada. Si, claro que hay excepciones.
¿Y eso es malo? ¡Para nada! Es la vida misma, es la naturaleza humana, y al final, si nos vemos a gusto y nos vemos en esa casa, vamos a perdonar y justificar lo que haga falta, y no pasa nada, en la mayoría de los casos, habremos acertado. «El hombre no ama lo que es bueno para él, ama lo que se le parece», eso ya lo dijo Aristóteles. Y al fin y al cabo, a la hora de comprar casa, nuestro futuro hogar, se trata de amor.
(Aviso a propietarios vendedores, esto no quiere decir que podamos vender por encima de precio de mercado, y hay que cuidar un poquito el vestíbulo)
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